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TnM- Toda la vida contigo 2

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Marie

‘’Dos semanas después’’

¿Nunca has estado en un lugar donde todo el mundo desea estar algún día? Algo que todo el mundo soñaba, algo que la sociedad consideraba hermosa, majestuoso y digno de nuestra admiración. Yo estoy justo ahí y me da ganas de vomitar.

La casa presidencial es ridículamente grande. El personal de protección hacen una cerca perfecta en los costados, y no deja a nadie salir hasta que haya terminado la fiesta. La construcción parece más una pintura, con esas cuatro columnas perfectas, que le dan la espalda a la grande fuente de tres metros, que hace juego con las luces del cielo estrellado. Es todo de un blanco increvable, como si tocarlo te desapareciera en el espacio porque tus manos no son suficientemente dignas.

El jardín principal estaba lleno de pequeñas flores rosas, y arbustos que debieron durar años creciendo y cuidando. Lo demás tiene más de tres kilómetros de puro pasto perfectamente cortado. Creo que si caminara por todo ese lugar no encontraría ni una hoja que fuera más grande que otra.

Afuera había más tecnología de la que esperaba, pero supongo que es porque estamos felicitando a los constructores más importantes para la humanidad. La cantidad de personal que hay para atender a todos los invitados es obscena, hasta podría decir que sosa.

Sacaron una mesa gigante para cenar afuera todos los invitados. Pusieron un campo de fuerza, contra cualquier material o bacteria en todo la extensión de tierra (cosa que creó mi padre a los cinco años, pero no la vendió al país hasta que cumplió veintinueve)  No sé de donde se vino la idea de tener una clase de picnic cuando va ha ser una celebración tan importante. Bueno, no, estoy mintiendo, si sé por qué es, el presidente sabe que papá ama los espacios al aire libre, y seguramente por eso estamos afuera. La verdad es que invitar a todos esos demás constructores de clase media fue puro formalismo, porque papá era el verdadero invitado de honor. Estoy segura que hicieron el evento por él, y que seguro su premio será el que tenga mejor presentación y discurso por parte del presidente.

No es algo extraño, nunca lo ha sido, siempre sabemos cuando algo así va a pasar. ¿Cómo no? Papá merece eso y más, pero lo odio. Odio venir a este lugar, donde todos me miran esperando que yo también llegué con un invento en las manos. ¿No puede ser mi padre el único constructor de la familia? ¿Tengo también yo que hacerlo? ¿Por qué? Me lo pregunto desde hace mucho tiempo.

-¡Marie Flynn! No te esperaba ver aquí.-

Me volví con mal genio, sabía quién era. El hijo de Austin Flaimen. Mi padre tuvo una batalla de construcción con Austin cuando ellos tenían 10 años por ver quien hacia la casa del árbol más impresionante, obvio la casa de treinta pisos bajo tierra de mi padre superó por mucho el dispensador de goma de mascar de Austin, sin embargo él se volvió un gran constructor, aunque no tan exageradamente bueno como mi padre. Pero su hijo, Simón Flaimen, era demasiado bueno y me supera por mucho. Todas las personas ya sabían que yo no estaba ni cerca de parecerme a mi padre, pero Simón amaba venir a estas premiaciones para verme y burlarse de mí, nunca ha faltado con la tradición.

-Sabes que odio a las personas que se mienten a sí mismas.- dije.

-Para eso tendrías que odiarte a ti.-

Auch. Un vidrio muy grueso cubría sus ojos cafés oscuros, que eran arrogantes. Sus dientes blancos estaban cubiertos por unos frenos grises y todo su cuerpo estaba dentro de un traje hecho a la medida azul marino.

-¿Para qué sigues viniendo, Simón? Sabes que mi padre siempre dejará al tuyo en segundo lugar.-

¿Que haces cuando ese chico de pelo rizado y anaranjado es mejor que tú en la construcción? Usar los poderes de ‘’No importa si no soy tan buena como tú, mi padre es mejor que el tuyo y te jodes’’

-Jaja, gracioso viniendo de ti que no podrías ni recibir la típica medalla de participación.-

-¿Qué se siente ser el hijo de alguien que no puede recibir jamás un premio del mejor constructor del año porque hay alguien mucho mejor que él?-

-¿Qué se siente tener un primo que es tan estúpido que toma la responsabilidad de un proyecto que fue tu idea?-

No podía responder a eso. Debí pensar que no tardarían en unir los puntos. Tommy había ganado varias medallas por sus planos y reconocimientos por máquinas que había hecho junto con el tío Ferb. Yo soy la que nunca ha ganado nada, era obvio que él no sería el responsable de algo tan estúpido como eso.

-Púdrete, Simón.-

¿Qué haces cuando no sabes que responder a alguien que te ha ganado por completo? Insultar.

Simón sonrió, sabía que había ganado.

-Te ves hermosa, Marie, pero ese moño no te queda para nada.-

El cumplido me confundió mientras Simón se fue junto con su familia. Sabía a qué se refería con lo del moño, pero es lo único que la gente quiere verme usar hoy.

Fui al baño, o el museo de los azulejos más caros del mundo, en la casa blanca ambas cosas son idénticas. Los lavados eran de piedra finita y los tubos de agua de oro. El espejo era del tamaño de la pared, pero alrededor tenía pequeños diamantes. Me di la vuelta para verme en el espejo de cuerpo completo, pero no me gusto lo que vi. ¿En qué estaba pensando cuando elegí este vestido naranja tan pomposo? Tenía una cinta con un lazo de un naranja más oscuro alrededor de la cintura y la falda me llegaba hasta los talones, era una falda abombada como las de las princesas. Mis zapatos eran los típicos negros de las muñecas de porcelana y encima de mi cabeza había un moño enorme naranja. ¿Por qué habré elegido uno tan grande? Parecía más grande el moño que mi cabeza. No parecía de trece años, excepto por mis pequeños pechos que parecían aplastados por este vestido apretado.

Volví con mamá y papá en la gran mesa de la cena presidencial al aire libre (lo cual debo admitir fue una gran idea porque las estrellas se ven fabulosas).

-¿Dónde estuviste todo el rato, cariño?-

La voz de mamá era como mi propio placebo, era muy suave, pero firme. Ella vestía un vestido liso de un rosa pálido, reafirmaba sus curvas y lo hermosa que era. El gran pelo color carbón le caía tan libremente por la espalda que parecía tener vida propia. El maquillaje que se puso era sutil, pero le resaltaba las pestañas negras, los pómulos rosados y los labios rojos.

-Andando por ahí.- Le sonreí de forma traviesa.

-Espero que no te hayas metido en problemas.- Su voz empezaba a dudar.

-Mamá, siempre esperas lo peor.- Pero mi sonrisa la convenció que no podía hacer nada.

Vimos a mi padre a lo lejos hablando con un hombre, y a otros treinta más muy concentrados en la conversación ajena. Mi padre y aquel hombre no parecían inmutarse, ni lo notaban.

Me volví y vi a Simón mirándome, junto a él estaba Petra Fommen, su prima, hija del hermano de Austin que también se pelio contra Ferb en el concurso de la casa del árbol. Petra tenía el pelo liso color oro, los ojos celestes, las mejillas pecosas y el cuerpo un poco pasado de carne. Tenía 8 años, pero había ganado tres premios por las ferias de ciencias que hacen a nivel mundial para niñas de su edad. Muy intimidante, la verdad es que estoy segura que también le caigo mal, pero ¿Por qué? La mayoría de los niños de constructores me odian porque ellos no tienen un padre tan talentoso, se preguntan: Teniendo al mejor profesor en casa, todo el dinero que necesites y un tiempo ilimitado, ¿Cómo puedes ser tan inútil que no puedas construir bien? Pues créanme que lo intente, pero simplemente soy muy mala, las matemáticas me cuestan y la física me aburre. En verdad me gustaría ser bueno en esto, pero no es así y es mi realidad, pero no puedo aceptarlo.
Me voy al baño una vez más, aburrida de la mirada penetrante de Petra. Al entrar abro la llave del agua y me mojo la cara , me miro al espejo. Por favor, máscara, no te caigas ahora. Sabes cual es tu personaje, sabes que solo debes sonreír, no te atrevas a llorar, eso lo haremos después. ¡Puedes hacerlo! ¡No te rindas! Al menos esto sí que podemos hacerlo.

Me voy desidia a comer en el gran comedor al aire libre donde pronto servirán la comida, pero de repente llegan diez chicas y se ponen frente a la puerta.

-¿Me dejas pasar?- Les pregunte.

-No, Flynn.-

-¿Nos conocemos?-

-¿Quien no lo haría? Tu padre es el mejor y tú una fracasada, eres como un fenómeno.-

-Bueno, pues mi padre me está esperando. No sois las primeras que me dicen eso. Alejaos de la puerta.-

-Tu padre está ocupado firmando autógrafos y tomándose fotos con las hijas del presidente. No se dará cuenta de nada.-

Las diez eran muy diferentes entre sí. Algunas rellenas y otras muy bajas, aunque que ahora que las veía mejor las reconocía. La pandilla de las constructoras de física, cinco de ellas eran hijas de un constructor de la nasa y las otras cinco de una mujer especialista en moléculas. Se unieron por la amistad de sus padres que terminó en casamiento y fue toda una noticia en las redes. Siempre ganaban en las competencias de creadores de partículas para las niñas genio y por ser tan inútil, me odian, como todos.

-¿Y qué quieren? ¿Una medalla?-

-Queremos preguntarte ¿cómo se siente tener un padre tan genial y desperdiciar sus enseñanzas? ¿No le preguntas cómo mejorar? Podrías presentarle todos tus problemas en planos y él te dirá que hiciste mal, así podrías aprender y usar su reputación para también ganar dinero con la construcción.-

La única que hablaba era la más grande y gorda del grupo, no es que padeciera de obesidad, pero sí estaba muy pasada, parecía la jefa.

-No es tu incumbencia. Así que agradezco tu sugerencia, pero me voy.-

La verdad es que sí había intentado eso antes, pero la mayoría del tiempo papá estaba ocupado con sus propio proyectos y los míos parecían muy aburridos a su lado. Las veces que puedo tener el tiempo de atenderme fue bastante vergonzoso. No entendí sus explicaciones y mucho menos cuando cambios los planos a la forma correcta, ya no eran mis planes, eran de él. Le agrego tantas mejoras que ya ni tenía la función que le había puesto al principio, era tan diferente que tenía que cambiarle el nombre y todo. Claro, ahora si podía usar el proyecto sin explosiones, pero no era mío, me sentía como una tramposa. Pero claro, esa ‘’pandilla’’ no merecía que les contara mi historia, entonces camine hacia delante para salir del baño de mármol cuando de repente la gorda jefa me empujo tan fuerte que me caí de culo contra el piso. Ahí fue cuando tuve miedo. Eran diez, la mayoría tenían el doble de mi peso y parecían enojadas, no podía seguir respondiendo a sus preguntas de manera burlesca.

-Eres una malcriada, Flynn.- Dijo la jefe.

-Lo siento, tienes razón. Voy a ser más educada, ¿Cuál es tu nombre? Podemos hablar de manera tranquila.-

No me levante del piso y tampoco tenía ganas de hacerlo.

-Cuando te asustas te comportas bien. Es bueno saberlo. Hoy estamos aquí para hacerte muchas preguntas, si nos dices lo que queremos, te iras, si no, no. ¿Muy complicado para ti, Flynn? -

Negué con la cabeza en silencio.

La jefa me agarró del vestido, estirándolo, y me coloco contra la puerta con mis pies colgando del piso.

-Mi nombre es Charlothe, aunque no me sorprende que no lo recuerdes, niña famosa. Te gane en esa competencia en la perdiste, pero seguro no recuerdas cuál es porque pierdes en todas. Tu padre es una persona genial, pero mejor que mi padre y eso no lo puedo permitir. Me vas a decir qué cosa hará para este nuevo año y si no, te golpearé tan duro que ni siquiera podrás moverte para explotar cosas.-

-Jefa, espere.-

Una niña pequeña salió de entre las otras nueve y me sentí aliviada. Era tan pequeña, tal vez seis años y me pareció muy linda, seguro que le diría que parara.

-¿Qué quieres, Amanda?

-No puedes golpearla porque la mano se te marcara y todo el mundo sabrá que eres tú. Deberías meterle la cabeza al escusado para que solo salga mojada y sea mejor de disimular.-

-Tienes razón, Amanda, eres un genio, muchas gracias.-

Ni siquiera voy a dar comentarios de lo tonta que me sentí en ese momento.

Charlothe me bajo al piso y me arrastró a un cubículo de baño. Me agarro el pelo como si me fuera a hacer una cola y me acerco mucho a la tasa.

-Dime, Flynn, ¿sabes qué planos ha hecho tu padre últimamente?-

-No sé, papá, no me deja entrar en su taller.-

-¡Mentira!

El agua fría del escusado me pega en la cara como la mayor humillación que he tenido. Me dejan ahí un momento y aunque solo han pasado unos segundos siento que me ahogo,  me retuerzo e intentó salir de ahí. Charlothe me saca, su pesada mano me aprieta demasiado el cuello y no puedo evitar llorar.

-¿Cuál es tu maldito problema?.-Grité.- ¿Por qué te obsesiona tanto esto? Se supone que construir debería ser algo para que todos exploten sus ideas al máximo, no algo que se preste para una envidia y unas ganas de exhibir a tu padre como una bandera de victoria. ¿Acaso no te das cuenta que esto está mal? ¡No puedes maltratarme así y pensar que no habrán consecuencias al respeto! ¡Te acusaré y tus padres sabrán de esto! ¿Has pensado en lo que dirían si te vieran ahora? ¿Metiéndome la cabeza al excusado solo por un poco de información que no tengo? Esto es hacer trampa. ¿No crees que ofendes a tus padres y a su trabajo al mismo tiempo, tratándolos como si ellos ocuparan información para superar a mi padre? Ellos pueden hacerlo solos. Por favor, déjame ir.-

Mis ojos no paraban de llorar y mi voz sonaba desafinada y triste, pero enojada. Jamás había gritado algo tan fuerte en toda mi vida. Las palabras salían demasiado rápido de mi boca mientras mis rodillas se cansaban de tenerme ahí frente al inodoro. Mi nariz se llenaba de mocos y sabía que me iba a enfermar. Intente dar todas las razones posibles de porque lo que hacía no estaba bien, como si intentara explicarle al maniático que apunta con una pistola porque no debe matar a su víctima. Por un momento todo fue silencio y pensé que tal vez la habría hecho reflexionar, pero rápido mi cabeza volvió a hundirse en el inodoro. Esto era tortura. No me había sentido tan fatal en todo mi vida. Las explosiones no se comparaban con esto, ni los experimentos fallidos ni las veces que reprobé física. Esto, esto era...la peor cosa que me habían hecho. ¿Toda mi vida será así? Siendo condenada por ser la hija de mi padre.

-¡Escúchame, Flynn! No me interesa lo que digas ni nada por el estilo. Sé que una nena de papá como tú siempre sabrá un poco, o al menos algo que le servirá a mis padres. ¿Crees que me interesa que esto esté mal? Ni un poco. ¿No te da vergüenza llamarme tramposa cuando toda tu vida has vivido con la ventaja de ser una Flynn? Que seas demasiado idiota para no poder usarlo a tu favor no es mi problema. Más bien, te voy a ayudar. Dame la información, o una pista, o algo que me sirva para que mis padres dejen el trasero del tuyo igual a la bandera de Japón en la próxima competencia y te prometo que me detrende.-

Charlothe también gritaba, pero su voz era mucho más calmada. Me repugno que sus manos fueran las que me agarraron con tanta fuerza. En ese momento me sentí capaz de golpearla tan fuerte que toda su obesidad hubiera quedado por el piso si no me tuviera atrapada por la presión de sus acumulamientos de grasa.

-¿Y cómo sé que me dejaras en paz? -

Mi pregunta daba pena, pero no sabia que decir. ¿Pista? Papá es feliz, siempre lo ha sido y es muy talentoso, siempre he creído que eso lleva a alguien al éxito, pero supongo que eso no me sacara de este lugar horrible.

-No creo que estés en posición de reclamar pruebas de nada. Sé que te cuesta entenderlo porque eres una niña mimada y todo el mundo te da lo que quieres, pero te lo explicaré. Yo te tengo prisionera mientras que mis hermanas pusieron un campo de sonido construido por nosotras en la puerta. Nadie te escuchara gritar y nadie nos interrumpirá porque hemos dejado la puerta muy cerrada. Aún te buscan tus padres, ¿crees que dirán lo que dices? ¿Cuántas veces has tenido que explicar como has perdido súbitamente un concurso o como has explotado otra máquina más? Supongo que superan la cantidad de pecas que tienes en la cara. Yo gano de todas formas, si no me dices nada, te tendré aquí todo el rato y sufrirás hasta que me aburra, si me dices algo te dejare y mi padre ganará la próxima vez, ¿entiendes o está muy complicado para alguien como tú?-

-¿Cómo es que puedes ser tan cruel? ¿Tanto me odias? Yo no elegí mi apellido, Charlothe, no elegí mi vida.- Dije lloriqueando.

-¿Y? Me caes muy mal, Flynn.-

-Eso no te da derecho a abusar de mi libertad.-

-Tienes razón, pero lo hice de todos modos y no veo una forma de poder evitarlo, a menos que construyas una máquina que pueda viajar a otra dimensión donde nada de esto pase, pero no creo que puedas, ¿o si? ¿Por qué no mejor me sigues suplicando como antes? Lo haces tan bien.-

Mi cabeza se hundió de nuevo en esa taza de agua que me estaba llenando la nariz y la boca. Sentí que mi vida se desplomaba. Yo no merecía esto.

De repente, desde debajo del agua puede escuchar un ruido, parecía un golpe y la presión de la mano de Charlothe desapareció. Saque mi cabeza rápido y me acurruque cerca del cubículo del baño.

Cerré los ojos mientras lloraba muy fuerte. No paraba de gemir, ahogarme con mis mocos y volver a sollozar.

-¿Estas bien?- Era la voz de Simón.

Abrí los ojos y lo vi ahí parado frente a mí. Había golpeado a Charlothe, a una chica.  Mire a mi alrededor y todas las demás niñas habían desaparecido. Obvio, si matas al líder, nadie se queda.

-¿Qué haces aquí?-

-Me preparo para construir un restaurante mexicano, ¿¡Tu que crees!? Te salvo la vida.-

Lloré más fuerte, no me interesa Simón, ni nadie. Solo quería irme a casa. El agua fría en mi cara empezaba a arder y los labios se me empezaban a poner morados, no duraría mucho hasta que en verdad todo la cara me temblara.

-Lo lamento, Marie. Charlothe había dicho algo sobre molestarte, pero no pensé que se refería a esto.-

-¡Me agredió, Simón! ¡Me metió ahí como si fuera un perro!-

Yo no podía parar de llorar y de ver el cuerpo gordo de Charlothe tirado en el suelo por el golpe.

-¡Lo sé!-  Simón suspiro muy fuerte cuando termino de gritar esas dos palabras.

-Lo lamento de verdad, Marie.- Empezó.- Nadie merece ser tratado así. Ninguna rivalidad o odio debería terminar de esta forma.

No respondí. Solo llore en silencio. Quería que Tommy estuviera aquí. Sabía que no me habría pasado nada desde el principio si no hubiera tenido que faltar. Maldije para mis adentros que el tío Ferb estuviera de viaje todavía y que no pudiera recibir premio, por ende Tommy no vino.

-Voy a llamar a tus padres.- Dijo casi saliendo por la puerta.

-¡No! -

Simón se dio la vuelta como si no creyera lo que había dicho, como si tuviera alguna clase de retraso mental.

-Sé que te da pena, pero debes…..-

-¡Y se los diré, pero no es el momento! No voy a arruinarles la noche.-

Simón me miró con alguna clase de lástima y confusión, en el fondo era un buen chico.

-Esta bien, pero no puedes salir con la cara así.-

-Necesito irme a casa.-

-¿Cómo se supone que vas a llegar?-

-No tendrás algún tipo de transportador portátil contigo, Simón?

Su mirada me dijo que sí, pero sus ojos me decían que no quería dármelo.

-¿Eso es todo lo que harás? ¿Desaparecer? Asustaras más a tus padres de esta forma y les arruinarás la noche porque te pasaran buscando. -

-Ellos volverán a casa en algún momento. Solo quiero comer algo, ducharme y dormir antes de que pase.-

Simón suspiro como si se resignara.

-El único transportador que tengo lo construí yo mismo y es muy valioso para mí. Necesito que me lo devuelvas de alguna forma.-

-Te lo enviaré por correo.-

Simón casi suelta una carcajada.

-¿Eso todavía existe?-

-Te sorprendería, pero sí.-

-Al menos sabes usarlo.-

-Dame el transportador, por favor.-

Simón hizo una mueca, pero sacó un pequeño llavero de sus llaves y lo tiró hacia mí. Abrí las opciones y puse las dirección de mi casa.

-Eres una gran chica, Marie y aunque no te conozco muy bien, espero que sepas que no eres una construcción. Tu no eres un muñeco, ni un títere. Tus proyectos no te hacen quien eres si no tus acciones y tu manera de ser.-

Esas palabras me desconcertaron al principio, pero me hicieron sentir mejor.

-Gracias. Gracias por todo.- Dije antes de desaparecer por el transportador y lo decía en serio.


Llegar a mi casa, tan silenciosa y fría, fue una cosa muy deprimente. Me derrumbe apenas toque el suelo. No podía parar de llorar, medio gritando, medio ahogándome. Necesitaba un té y un baño.

Abrí la bañera y puse un poco de burbujas. Me quite el vestido arrugado, sucio, mojado y muy apretaba que llevaba y lo tire a la basura. A mamá le había costado mucho dinero, pero no me importo.

Deje que mi cuerpo desnudo se relajara en las burbujas mientras tomaba mi taza caliente de té verde. Me entró mucho sueño después de un rato, pero me sentía muy cómoda para salir. Entonces me empece a preguntar, ¿Por qué usó la misma ropa anaranjada de toda mi niñez si ya soy prácticamente una adolescente? ¡tengo trece años, por dios! Merezco ropa que demuestre eso. ¡Estoy harta del estúpido color naranja! No lo quiero más, quiero un color que sea mío. Pero, ¿qué color podría ser? Eso era muy deprimente, ni siquiera sabia que color era mi preferido porque me vistieron de naranja toda mi vida. Mmm, ¿Celeste? No. ¿Rojo? No. ¿Verde? No. ¿Morado? No...bueno, seria bonito, seria mi color. ¡Si! ¡Lo tengo! Morado será el color que represente a Marie Flynn. No seré más esa niña frágil que la humillan en el baño. Hoy cambio de piel.

Salí de la bañera y termine mi té. Me sequé el cuerpo y me puse mi pijama. Baje a toda velocidad hasta el sótano y cogí la máquina que papá había construido para cambiar las cosas a como nos gustaría que fueran. Obvio que tenía un nombre más científico, pero así sonaba mejor. Subí corriendo hasta mi cuarto y agarre todos los vestidos exactamente iguales que tenía y los cambie por algo más Marie. Obvio, como era la primera vez que así algo tan nuevo no tenía ni la más mínima idea de lo que sería más yo, sin embargo no me disgustó el resultado. Todo lo contrario, era muy bonito. Todas esas blusas blancas habían cambiado a blusas lilas de manga larga con rayas en los brazos y ese feo vestido anaranjado había sido convertido en muchas faldas moradas de un color intenso. Fue una de las mejores cosas que hice en mi vida. Fui al espejo y agarré una tijeras, mi pelo ya era corto, pero lo quería más. Me corte bastante, hasta que quedó a cuatro centímetros de mi oreja. Me reí con ganas y bostece. Hola, chica rara del espejo. De repente, me dejo de parecer divertido. Empecé a recordar el agua fría, sus manos fuertes y gordas. No podía olvidar su voz que me gritaba todas esas cosas feas sobre mí. Odiaba a la chica del espejo, todo era su culpa.

Le di un puñetazo a esa chica tonta. Solo cayeron vidrios al piso, pero la seguí golpeando. Me rompí los nudillos mientras golpeaba mi reflejo, pero descargue mi ira. Termine sentada en el piso llorando de nuevo. Te odio chica del espejo y sé que no es tu culpa, en realidad también te amo, pero desearía que no fueras como eres. A veces, desearía no ser esa chica que golpea su espejo y se queda sentada en el piso con los cristales desparramados. A veces, me gustaría no ser tan Marie.
No tengo escusa para no haber publicado antes. Ni quiera tengo derecho a pedir que ustedes sigan leyendo mi historia y la sigan comentando, pero si es así, quiero decirles que no tengo la manera de expresar las gracias hacia ustedes. Espero les vaya gustando y sé que a veces es confuso porque paso mucho tiempo desde el primer cap, pero si tienen alguna pregunta yo se las responderé con mucho gusto. Gracias por leer, gracias por estar hay. 

Marie, Phineas, Isabella, Ferb y Thomas no son de mi propiedad. 
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Snivy65's avatar
Al fin alguien que habla español
:-)